Tan importante es
Stephen Curry para
Draymond Green como Draymond Green para los
Golden State Warriors.
El base mantiene en alerta permanente a las defensas rivales (por su
insultante capacidad para anotar), lo que permite que se creen espacios y
que el ala-pívot pueda
distribuir a su antojo, una cualidad que habitualmente se atribuye a los grandes
point guards pero que este ex de
Michigan State (Spartans) ha llegado a dominar desde sus dos metros de altura.
Green es evolución (
el roto que les hace ayer a los Wolves, 12 asistencias, es digno de estudio). A sus 25 años, y
estrenando un contrato de 82 millones de dólares por cinco años,
el de los Warriors cumple su cuarta temporada en la NBA (llegó como
número 35 del Draft de 2012) y desde que puso un pie en el Oracle Arena
no ha dejado de mejorar. Hay muchos jugadores que evolucionan, pero muy
pocos (por no decir ninguno) lo hacen como él. Lo increíble de lo que ha
sido capaz de hacer el '23' de los Warriors es que ha crecido como
jugador para beneficiar enormemente a un sistema de juego concreto, el
que utilizan los de Oakland.
Es un plan de partida basado en la sencillez y cimentado en las enormes cualidades de sus jugadores. "
No realizamos muchas jugadas, son casi todo lecturas",
decía Curry tras el partido de ayer ante los Wolves. En términos de
fútbol americano, diríamos que los Warriors se limitan a utilizar
read option (leen las defensas y aprovechan lo que éstas les proporcionan), con la ventaja de que poseen
dos quarterbacks de primer nivel. Curry y Green se colocan a unos ocho metros de la canasta y ejecutan un
pick&roll
de manual. Ahí se acaba lo 'normal'. La amenaza que supone el base es
tal que la ayuda del interior que acompaña a Green suele ser larga para
evitar el triple del MVP, lo que éste utiliza para, siempre que no tenga
una posición ventajosa para anotar, doblar el balón hacia su compañero
(el primer mariscal de campo ya ha hecho su trabajo). El espacio creado
por Curry permite a Green controlar el balón en una situación cómoda en
la cabeza de la bombilla (o más lejos) y sin su par delante. A partir de
ahí, cuatro contra tres y decide el ala-pívot (segundo mariscal de
campo): hombres abiertos en los dos lados (
Barnes, Thompson, Barbosa, Iguodala...) y un pívot (
Bogut o Ezeli)
que se coloca en la línea de fondo (o ofrece un segundo bloqueo) para
aprovechar el movimiento natural de su par: salir a impedir el avance de
Green. El hombre liberado recibe y el resto de la historia ya nos la
sabemos.
El sistema no es nuevo, ni mucho menos. Pero
los protagonistas lo hacen imparable.
Nadie amenaza tanto y desde tan lejos como Curry (gana un metro
respecto al resto de bases, o incluso más) y ningún interior (por lo
menos en estos momentos) lee el juego como lo hace Green. A partir de
ahí,
repetir y repetir, pero siempre con un final diferente.
Utilizando la ventaja que te concede el rival y aprovechando cada resquicio para anotar una y otra vez.
Simple, perfecto y desesperante para los rivales.
Los Warriors de hace un año empleaban a Bogut como primera pantalla para Curry, el
center es uno de los mejores pasadores de la liga en su posición, pero se dieron cuenta de que
con Green el abanico es más amplio
(éste lanza triples con un buen porcentaje de acierto: 44% este año).
De ahí que el ala-pívot haya asumido más protagonismo ofensivo esta
campaña, tal y como reflejan sus números: sus
6,6 asistencias por partido son casi el doble de las 3,7 que consiguió el curso pasado.
Y, para acabar de redondear el asunto, también salen ganando los
pívots: Ezeli (ahora titular) porque no tiene capacidad para realizar
esa tarea y Bogut porque, aunque la tiene, se ahorra en cada ataque
contactos en los bloqueos que podrían poner en peligro un físico muy
mermado con el paso de los años.
Win-Win...Win.
Evidentemente, solo se trata del arma preferido de los Warriors en lo
que al ataque estático se refiere. Las transiciones más letales también
salen desde la bahía de Oakland.
Un análisis simple de la jugada que trae de cabeza a toda la NBA. Una jugado cuya efectividad bajaría enteros sin Draymond Green: el arma no tan secreta de los Warriors.
Y eso que solo hemos hablado del ataque...